¿Tienes Compasión por las almas?

Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Mateo 9:36

  • Externamente activo

Luego de un agitado día de sanaciones milagrosas, discusiones con los fariseos y liberación de hombres endemoniados, el Señor Jesucristo, seguía recorriendo ciudades y aldeas, visitando sinagogas, predicando el evangelio del Reino y sanando enfermedades y dolencias en todo el pueblo.

La agenda del Señor Jesucristo estaba saturada de la proclamación del evangelio. Es común ver en los evangelios el verbo “Salió”, refiriéndose al Señor saliendo de un lugar privado o de un momento con sus discípulos para poder predicar a las multitudes, también se le puede ver “saliendo” de una ciudad a otra luego de haber terminado una enseñanza a las multitudes. (Mateo 13:1; Marcos 6:34) Además se puede observar en la conocida parábola del sembrador, que el Señor inicia esta parábola diciendo: “El sembrador salió a sembrar”. (Mateo 13:3)

Por ultimo, al momento de entregar la gran comisión a sus discípulos, el Señor les dice: “Id y haced discípulos.” (Mateo 28:19) Mostrándonos así que los sembradores no se sientan en sus casas a estudiar la ciencia de la semilla y luego esperan que esta crezca de la nada. Ellos “salen” a sembrar y luego descansan en el Señor (Marcos 4:26-27). La actividad externa o visible del Señor, era la de compartir el evangelio, a tiempo y fuera de tiempo con todos los perdidos además de alimentar a los hambrientos y sanar a enfermos. Pero, ¿Qué motivaba su corazón a caminar, como algunos estudiosos han dicho, más de 5000 kilómetros en sus tres años de ministerio?

  • Internamente compasivo

Así como por medio de la repetición del verbo “salió” en los evangelios, podemos ver la actividad del Señor. Por medio de sus declaraciones podemos ver la motivación de su corazón. En varias ocasiones el Señor manifiesta a sus discípulos “Tengo compasión de la gente” o “Tengo compasión de las multitudes” y concluía diciendo: “Por que tienen hambre, por que están enfermos y por que son como ovejas que no tienen pastor” (Marcos 8:2; Mateo 9:36)

Jesús sabía que muchas de las personas que le seguían no le amaban, sino que estaban con Él solo por pan, y sanidad. (Juan 1:24-25)  Pero Él tuvo compasión de sus condiciones. Incluso obró milagrosamente ante aquellos que no le pidieron un milagro, como ante aquella viuda que acababa de perder a su único hijo. “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.” (Lucas 7:11-17). Él Señor manifestó su amor compasivo a personas a las que nadie quería mostrar compasión. Sobre esto el Dr Frank Davey escribió:

“Uno no puede imaginar a Hipócrates mostrando algún interés en una prostituta en problemas, un mendigo ciego, el esclavo de un soldado de la potencia ocupante, un extranjero psicótico claramente sin dinero, una anciana con una condición espinal crónica. Jesús no solo lo hizo, esperaba que sus seguidores hicieran lo mismo.”[1]

  • Obstáculos para desarrollar compasión

Una de las razones principales por las que no desarrollamos compasión es por que no estamos dispuestos a “ver a las multitudes” que pasan una vida de sufrimiento, incomodidad, enfermedad o hambre. ¿Por qué?  Por que por lo general esas personas viven en lugares incomodos, en comunidades económicamente pobres, en hospitales, pueblos alejados de la ciudad o están en lugares donde una catástrofe ha ocurrido. En tales lugares no hay atractivos turísticos ni algo delicioso o bonito que comprar. Es dar sin esperar recibir. Es sacrificio en lugar de beneficio. Es abrazar al desconocido. Es sudar y cargar. Es cansancio y más trabajo. Es amor compasivo.

En lugar de eso, preferimos estar con nuestros amigos saludables, en un lugar cómodo y comiendo algo delicioso. No te culpo por eso, es algo natural el querer disfrutar con nuestros amigos. Pero ahora en Cristo somos nuevas criaturas y, aunque aun podemos disfrutar y agradecer a Dios por tener un amigo con salud, un lugar cómodo y un plato de comida, no debemos olvidarnos de los ancianos desamparados, las viudas, los huérfanos, los que pasan necesidad económica, sufren una enfermedad o han experimentado una catástrofe. Sigamos el ejemplo de nuestro Señor quien, “salió”, “fue”, “vió” ,“sintió compasión” y “obró”. Los ojos ciegos a las necesidades y el dolor del prójimo endurecen el corazón, más los ojos atentos y compasivos lo ablandan.

  • La Mayor Necesidad

Si bien es cierto el Señor obro para ayudar a personas en sus necesidades terrenales como salud y alimento. Podemos ver un clamor especial cuando se trata de “ovejas sin pastor”, aquellas personas que están desamparadas y perdidas espiritualmente. Él Señor no exclamó y lloró “¡Oh si también tu tuvieras alimento y salud!” ni “¡Oh si tuvieras ropa y regalos de Navidad!”. No, el Señor exclamó y lloró diciendo “!!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.” (Lucas 19:41-42)

Él corazón del Señor se aflige cuando ve a personas que no ven la luz del evangelio, esa luz que les da paz con Dios. La compasión del Señor por las personas le  impulsaba a proclamar el evangelio a tiempo y fuera de tiempo. Ese mismo impulso se hizo manifiesto en sus discípulos como se puede observar en la vida de Pablo cuando dice: “El amor de Cristo nos constriñe” 1 Corintios 5:14. Esto quiere decir “Nos impulsa, se apodera de nosotros y nos obliga” a vivir para Él y proclamar su mensaje “para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 1 Corintios 5:15

  • La mayor de las experiencias

Una de las experiencias más hermosas y avivadoras que un cristiano puede vivir es el guiar a alguien, por medio de la enseñanza bíblica, a los pies del Buen Pastor. Pero tristemente, en nuestra generación, muchos estamos sumergidos en nuestros planes, metas, comodidad, descanso, trabajo, estudios, inclusive nuestros ministerios, y hemos dejado de lado la proclamación del evangelio entre los perdidos al olvidarnos que hubo un tiempo en que nosotros fuimos ovejas sin pastor y apartados del pueblo de Dios. Pero Dios que es rico en misericordia por su gran amor con que nos amo, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo y ahora somos pueblo escogido por Dios para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamo de tinieblas a luz. (Efesios 2:4-5, 1Pedro 2:9-10) ¿Habiendo experimentado salvación, no procuraremos la salvación de nuestro prójimo? No podemos separar nuestra teología de nuestra practica. Si todo lo que aprendemos no nos conduce a mayor compasión, no estamos conociendo al Dios compasivo que nos dio las escrituras.

  • El mayor ejemplo

Es el mandato y el ejemplo del Señor Jesús que con corazones compasivos, salgamos de nuestra comodidad, vayamos, y proclamemos el evangelio del reino de Dios a los perdidos. Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:2-8) Él fue a lugares donde no fue bien recibido por ser judío, como cuando fue a Samaria por que “Le fue necesario”, no sólo por razones geográficas, sino por que su corazón compasivo le llevó a predicar, a pesar el cansancio, a la mujer junto al poso, despues a varios hombres, e inclusive quedarse por dos días con ellos luego de escuchar sus ruegos para que permanezca en Samaria.(Juan 4:4,7,40-42) La compasión es bien recibida incluso por aquellos que al comienzo te ven como un opositor.

  • Conclusión

¿Tienes compasión por los perdidos? ¿Hace cuanto que no sales o vas a compartir el evangelio? No tengas miedo de hacerlo, El Señor prometió que estaría contigo todos los días hasta el fin del mundo.(Mateo 28:20) Así como estuvo con Pablo en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez. (2 Corintios 11:27)

Que el Señor nos llene de su amor y compasión por los perdidos y así seamos impulsados a salir de nuestra comodidad, para poder ver, ayudar al sufriente, alimentar al hambriento y proveer a los que padecen necesidad. Haciendo esto con el propósito de ayudarles a entender que hay un problema más grande que la aflicción terrenal, que es su condición espiritual y así podamos testificar de Cristo a aquellos que andan como ovejas sin pastor. Hagamos de la “Oración del niño” nuestra oración.

 

“La oración del niño”

 

Dios haz de mi vida una pequeña luz

Dentro del mundo para brillar;

Una pequeña llama que brilla intensamente,

A donde sea que pueda llegar

 

Dios haz de mi vida una pequeña flor

Esa que da alegría a todos,

para florecer como glorieta nativa,

Aunque el lugar sea pequeño.

 

Dios haz de mi vida una pequeña canción

que conforta a los tristes

que ayuda a otros a ser fuertes,

y hace que el cantante se alegre.

 

Dios haz de mi vida un pequeño himno

de ternura y alabanza,

de fe, que nunca se vuelve oscura,

en todas sus formas maravillosas.

 

Dios haz de mi vida un pequeño bastón

donde el débil halle descanso,

que con la salud y fuerza que tengo

pueda servir mejor a mi prójimo.[2]

[1] John Stott, The Incomparble Christ, 134.

[2] M. Bentham-Edwards, A Child’s Prayer. “Adaptación al español del autor del articulo”

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