Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal. Proverbios 24:16
El miércoles pasado vimos cómo Salomón, después de haber recibido sabiduría de parte de Dios, se apartó de los caminos de Dios e hizo lo malo ante sus ojos. Así aprendimos que debemos velar y cuidarnos de nosotros mismos, buscar al Señor y vivir en dependencia de Él ya que nuestra carne nos puede llevar a hacer lo malo ante los ojos de Dios.
Puedes ver el Devocional aquí: «CUANDO UN GRANDE CAE»
Sin embargo, este no fue el final de Salomón.
El libro de Eclesiastes es considerado por muchos estudiosos de la biblia como el último escrito de Salomón, luego de haber experimentado abundancia de placeres terrenales, se arrepiente y reflexiona acerca de la vida, su conclusión es, todo es vanidad.
No deseo profundizar en el libro de Eclesiastés en este pequeño devocional, sino en lo que pasó con Salomón cuando luego de haber perseguido los placeres de este mundo fue perdonado y nuevamente usado por Dios para escribir Eclesiastés.
Todos en nuestra vida tenemos momentos de flaqueza, y hemos fallado, quizá has pensado en no seguir adelante, este descuido de nuestra comunión con el Señor fácilmente nos ha llevado a alejarnos de su voluntad.
Sin embargo si eres un verdadero cristiano no puedes permanecer lejos del Señor y es Él quien te levanta y te recuerda:
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. (Isaías 1:18)
Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. (2 Timoteo 2:13)
¿Por qué es posible esto? Debido a que tenemos un Salvador que pagó toda tu deuda en la Cruz. Fue nuestro Señor Jesucristo quien dijo «Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.» (Juan 10:18a).
Hermano y hermana, fuiste elegido desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4)
Según su presciencia, esto significa, su conocimiento anticipado de todos tus pecados y defectos.
El Señor que levantó y perdonó a Salomón es tu mismo Dios.
El Señor es bueno y se compadece de cada uno de nosotros y te dice: Acércate, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16).
Dios perdona, restaura y ofrece el privilegio de servirle, pues, Cristo por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Que este sea el día de restauración y de comenzar a hacer la obra del Señor.
Nota: este es uno de los versos por los que se considera a Salomón como el autor de Eclesiastés.
Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.” (Eclesiastés 1:12).
El Señor es bueno y se compadece de cada uno de nosotros y te dice: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16).