Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:10
Cuenta la historia acerca de Alejandro magno, uno de los guerreros más extraordinarios y enigmáticos de todos los tiempos, que a los 30 años gobernaba uno de los mayores imperios Jamás conocidos. Desde los olivares de Grecia hasta los polvorientos palacios de India Alejandro unió el occidente con el oriente y cambió el mundo antiguo para siempre. Su reino tenía riquezas incalculables y su nombre era conocido por todos, tristemente murió a los 32 años. Con todo el poder, riquezas y reconocimiento que tuvo, no pudo comprar un día más de vida.
Esta es sólo una de muchas tristes historias de hombres que gastaron su vida para construir su propio reino y aunque lo lograron, luego se dieron cuenta que todo reino terrenal es solo momentáneo.
Cada mañana, cuando despertamos, iniciamos una batalla rutinaria, la batalla entre nuestro propio reino y el reino de Dios. Mientras estemos en este mundo esa batalla será constante y nuestras desiciones evidenciarán a que reino estamos sirviendo. Así que debemos estar alertas, para identificar cuando estemos dejando de servír el reino de Dios para servir a nuestro reino.
Cada mañana, cuando despertamos, iniciamos una batalla rutinaria, la batalla entre nuestro propio reino y el reino de Dios.
Generalmente cuando vivímos para nuestro propio reino:
- No podemos hacer nada si es que no encontramos nuetro propio beneficio, ¿Y yo que gano con esto? Es una pregunta que esta en el mismo trono de nuestro reinado.
- Cuando estamos en el trono, tambien se nos hace más facil señalar el pecado y las deficiencias de nuestros projimos, nos convertimos en personas duras y no mostramos amor.
- Buscamos cosas que nos satisfagan, entretengan o distraigan y estas deben cumplir con nuestras expectativas, si no, nos enojamos, pero al mismo tiempo nunca tenemos suficiente.
- Cuando estamos en el trono, tambien evitamos abrir nuestros sentimientos, preocupaciones y debilidades ante otros, no adminimos la necesidad que tenemos de relaciones personales significativas.
- Y por último la confesión es algo que no está en nuestra agenda.
Tengo una pregunta para ti, ¿Estas construyendo tu propio reino? ¿Deseas seguir asi o deseas rendirte al reino de Dios? Por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo podemos morir a nuestro yo y ahora podemos vivir para la Gloria de Dios. Ahora podemos decir junto con el apostol Pablo:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)
¿Y yo que gano con esto? Es una pregunta que esta en el mismo trono de nuestro reinado.
En la cruz, Jesús pagó el precio por cada comparación que hemos hecho, cada motivación egocéntrica, y cada exigencia que nuestro yo ha tenido. Ahora Él nos da poder en su espíritu para vivir bajo su reinado, y con su resurrección nos a asegurado que un día estaremos libres de nuestro yo y sólo le adoraremos a Él.
Por eso, cuando sus discípulos le pidieron que les enseñe a orar, Él oro diciendo: Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (Mateo 6:10 )
Que hoy sea el día que puedas dejar tu trono y te postres ante Rey de Reyes y Señor de Señores.
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